Primera entrada del blog. Ha costado ponerme a ello pero, por fin, me decidí. En estos últimos cuatro o cinco años ha habido –y sigue habiendo- un cambio radical en la economía, un cambio a peor. Al comienzo de la Crisis, sólo algunos se atrevían –me incluyo- a aceptar su existencia y -¡oh cielos!- a nombrarla. Nadie quería mentar la Bicha y el que más y el que menos pensaba que negándola, retrocedería. Como esos niños que dejan de tener miedo al taparse los ojos.
Es comprensible. Para individuos que han crecido en una sociedad en contínuo desarrollo, el simple hecho de anunciar un retroceso, una etapa de pobreza e –incluso- de miseria, implicaba el derrumbe de su estructura vital. Y para los que ya habían vivido otras crisis, el fin de un bello y largo sueño. A lo fácil no cuesta nada acostumbrarse; a lo difícil y árido, nadie se acostumbra del todo.
Bien, a estas alturas ya estamos en el estómago de la ballena, el meollo de la Crisis, y los efectos de la misma se notan no sólo en las diferentes economías sino, también, en las actitudes y valores de la sociedad. Ya son perceptibles dichos cambios. Se notan en los mercados, tiendas, bares, locales de ocio…..Lógico, por otra parte, nadie quiere gastar más de lo que pueda y, también, todo el mundo quiere guardar por si acaso…..Pero esas actitudes, en algunas personas, provocan otros cambios en su forma de encarar la vida: se vuelven más conservadores en otros órdenes, además del económico. Por decirlo de una forma popular: “le ven las orejas al lobo”. O se dan cuenta que “no siempre se atan los rabos con longanizas”.
La gente empieza a no necesitar tantas comodidades para vivir, se suprimen ciertos lujos, las calefacciones y aires acondicionados no funcionan todo el día y a toda hora, se compran menos regalos (aunque más lotería), se tira menos comida y se escatima hasta el último centavo que no sea imprescindible gastar.
Si la comodidad y la pereza son el origen de muchos vicios y algunas enfermedades, al menos esta Crisis nos traerá algo bueno: una regeneración individual y social.